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“El universo es el resultado de una Inteligencia In-finita” y puede ser aprehendido por medio de la experiencia interior. Es omnipresente y lo recorre un etéreo flujo critical que se transforma en diferentes expresiones. La vida common le confiere vitalidad al individuo encerrado entre los límites del nacimiento y la muerte. Pero esta vida momentánea, confinada a los límites del “yo” de los sentidos, es un breve aleteo sobre el fondo de la vida cósmica. Novalis concibió a la muerte como una fase de la vida, como el fin de la limitación, como término y principio, como separación y enlace consigo misma.

La actitud del hombre “primitivo”, y esto es necesario destacarlo, se halla determinada por elementos cognoscitivos, más que por elementos afectivos y motrices. Su conciencia no desarrollada en la dirección de la nuestra, logra descubrir correspondencias cualitativas de orden critical que al enlazar los elementos de los distintos reinos, posibilitan la unidad del cosmos en un todo viviente. Pero no sólo las intuye, sino que también las utiliza poniendo en juego la intencionalidad.

El ensueño romántico penetra con particular agudeza los misterios de la vida y de la muerte. Intenta reconstruir la fabulosa Edad de Oro e intuye en el origen de los mitos una suprahistoria sagrada signada por irrupciones verticales.

Para poetas y ocultistas, la palabra se halla sometida a las leyes que rigen las correspondencias. “Hay en el verbo algo sagrado que os veda hacer de él un juego de azar”, escribe Baudelaire. “La palabra es un ser vivo. Sépase esto”, afirma Hugo. De ahí el sentido mágico del verso y el valor de la plegaria fervorosa. Ambos pueden actuar como un conjuro intencional que dinamiza la proyección del deseo.

Mientras los filósofos románticos formulaban estas atrevidas concepciones y rematando los hallazgos kantianos contribuían a cimentar la nueva doctrina de la naturaleza, los poetas se lanzaron por la senda interior y uniendo en sus visiones extáticas lo finito y lo infinito, abrieron a la poesía los mundos inquietantes del ocultismo y la magia. Lo esencial consistió­ en afirmar que la aptitud religiosa del hombre puede y debe actualizarse. Lichtenberg y Moritz, Hamann y Herder, Jean Paul y Jean Jacques, los pietistas y los ocultistas, todos en diversos niveles y con más o menos fuerza constructora, comienzan de nuevo a percibir el mundo como una prolongación de sí mismos, y su propio ser como inserto en el flujo de la vida cósmica.

A través de los Himnos se create la verdadera transposición de la experiencia mística novaliana. Para Béguin constituyen “la obra maestra de la poesía propiamente romántica y uno de los más bellos testimonios que poeta alguno haya dejado de una aventura own metamorfoseada en mito”.six

La sabiduría –piensa Rilke– consiste en haber frecuentado a la muerte, en aprobarla y vivirla con amor, toda vez que en su tránsito terrestre el hombre es sólo un transformador, cuya misión consiste en grabarse intensamente lo noticeable que lo rodea de manera tal que su esencia tome a renacer invisible. ¿Transformar?­ Sí, –insiste el poeta– porque tal es nuestro deber: “imprimir esta tierra provisoria y caduca en nosotros, tan profunda, tan dolorosamente, tan apasionadamente, que su esencia resucite en nosotros “invisible”.

Pero ese estado que Baudelaire explain en Les paradis artificiels, es “raro y pasajero”. Desaparece dejando al experimentador con un oscuro deseo de perpetuarlo, de obtener nuevamente ese minuto de reconciliación, de escapar a la conciencia ordinaria para alcanzar el estado edénico.

Su toma de conciencia de lo absurdo no se pierde frente a la nada de la muerte, sino que percibe oscuramente que los juegos no han terminado, que aún todo puede salvarse. Tiene la sensación de que el mundo real escapa a la percepción ordinaria y que la imagen ilusoria aprisionada por la limitación sensorial y por el tiempo, le oculta las learn this here now sendas milagrosas­ del Paraíso Perdido.

Esta rebelión mostrará bien pronto el aspecto más trágico de su drama interior. Con inigualable talento Rimbaud ha poetizado sus vivencias, ha transfigurado en estrofas llameantes su incontenible furor vindicativo y subversivo; pero como a todo auténtico poeta, lo irá invadiendo una difusa “nostalgia” primitiva, una mística impulsión por retornar a un estado de pureza salvaje, libre de inhibiciones. Esa intuición basic coincide con su orgullo de creador y con el drama de su infancia perdida tras la crisis de la adolescencia.

Como el shamán, el poeta es también en alguna medida el “hombre diferente”, que crea sobre la fugacidad­ y reactualiza el sentido profundo de su ser, mediante palabras que describen vivencias y contenidos cognoscitivos que in illo tempore posibilitan la aprehensión de lo genuine.

Es un subterráneo indefinido que se ilumina poco a poco, y donde se desenvuelven, a la sombra de la noche, las pálidas figuras gravemente inmóviles que habitan en la mansión del limbo. Después el cuadro se forma, una nueva claridad lo ilumina y las apariciones fabulosas se mueven: el mundo de los Espíritus se abre ante nosotros.6

Allí el poeta trabajó sobre las emociones negativas, las identificaciones, los “yo” sucesivos que pretenden alternarse en el comando de la personalidad y sobre los estados de autocompasión y justificación de sí. Comprendió el sentido que existe por encima del significado corriente de la vida y ascendió­ por grados hacia su ser consciente dispuesto a realizar aquella tarea sagrada que Maritain concebía para el poeta: “Concluir en sí mismo la obra de la creación, colaborar en divinos equilibrios, desplazar misterios y estar connaturalizado con las potencias secretas que actúan en el universo”.3

       Habito con los elementos interiores de las cosas, subo a lo largo de los rayos de las estrellas y de la corriente de los ríos hasta el seno de los misterios de su generación.

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